
Las compañías farmacéuticas dedicadas al desarrollo de fármacos para el Alzheimer se han estado enfrentado a un obstáculo tras otro. Los tratamientos más eficaces son difíciles de hacer llegar al cerebro, mientras que aquellos que muestran tener éxito en animales aún no han logrado beneficiar a los seres humanos.
Dos startups tienen por objetivo resolver estos problemas dirigiéndose al cerebro eléctricamente en vez de químicamente. Ambas están utilizando tecnologías que han demostrado su eficacia para otros trastornos cerebrales. Una empresa planea utilizar la estimulación cerebral profunda, que se ha utilizado para el tratamiento de decenas de miles de pacientes de Parkinson. La otra espera encontrar el éxito con la estimulación magnética transcraneal, un método no invasivo utilizado para tratar la depresión y como herramienta de investigación para estimular o inhibir partes específicas del cerebro.
Con la estimulación cerebral profunda, una serie de pulsos eléctricos se dirigen a una parte disfuncional del cerebro a través de un electrodo implantado quirúrgicamente, estimulando así la actividad neuronal. La tecnología se está utilizando o poniendo a prueba para un creciente número de trastornos, incluyendo la epilepsia resistente a la medicación, la depresión y el trastorno obsesivo-compulsivo. El neurocirujano Andrés Lozano, de la Universidad de Toronto, se interesó en su potencial para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer gracias a un hallazgo inesperado publicado en 2008. Unos investigadores estaban haciendo pruebas para ver si lograban ayudar a que un paciente con obesidad mórbida bajara de peso mediante la estimulación de una parte del cerebro que regula la saciedad. Las pruebas de seguimiento revelaron que el paciente mostró una mejoría significativa en la memoria.
Las imágenes cerebrales revelaron que el tratamiento de la obesidad activó diversas estructuras del cerebro implicadas en la memoria. Generalmente, los pacientes con Alzheimer sufren un deterioro de estas estructuras, y la idea de Lozano es el uso de la estimulación cerebral profunda para impulsar la actividad en los circuitos de memoria que los pacientes sigan teniendo. A finales del año pasado, Lozano formó la startup Functional Neuromodulation con Daniel O'Connell, fundador de Neuroventures y ahora su director general, para comercializar la tecnología.
Todavía no está claro el éxito que tendrá este método en personas con la enfermedad neurodegenerativa. Un pequeño estudio publicado el pasado otoño mostró resultados mixtos. El tratamiento parecía ralentizar el declive cognitivo en algunos pacientes, pero no tuvo efecto en otros. Sin embargo, los investigadores encontraron que la estimulación cerebral profunda invertía uno de los marcadores de la enfermedad de Alzheimer: el daño en el metabolismo de la glucosa en el cerebro. La evidencia preliminar sugiere que es más efectivo cuando se usa en las primeras etapas de la enfermedad.
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